Ubicada a 1.500 metros de Villa Sanagasta, rumbo a Huaco en
La Rioja, hay una caverna en lo alto del cerro, con una gran boca como entrada
y unos 50 metros de profundidad; su piso exterior es de una increíble limpieza
y su arena brilla reflejando el sol. Se afirma que las brujas riojanas llegan
desde el Famatina a Sanagasta y desde allí viajan a Salavina, Santiago del
Estero, que sería el centro nacional de estas prácticas.
Salamanca (Salla=peña. Mancca=bajo, infierno): vocablo
quechua que significa aquelarre, reunión de brujas, almas condenadas y seres
demoníacos que se unen para divertirse, bailar, beber, planear diversas
maldades contra los seres humanos, renegando de todo precepto moral o
religioso. El Zupay es el rey de la Salamanca y el que preside las reuniones y
sella los pactos de los hombres que acuden a él, en busca de la clave de la
vida, la ciencia de la carne y los secretos del mal. La música que de allí
proviene sirve de guía para llegar hasta la entrada, pero no todos pueden
ingresar. Esta superstición afirma que la Salamanca más importante es la de
Sanagasta, sin embargo, existen innumerables locaciones, todas ellas en el
hueco de algún monte o en cavernas apartadas donde la topografía las hace
inaccesible.
Salamanca Este antro secreto, conocido solo por los
iniciados en las artes de la brujería, donde en las noches de los sábados se
reúnen hechiceros, adivinos y brujos (Calcus) en compañía de animales
colaboradores y espíritus convocados con la finalidad de divertirse y planear
actividades. Quienes afirman haber estado allí lo describen como un recinto
iluminado con lámparas de aceite humano y donde reina gran alboroto por los
gritos y carcajadas de los concurrentes.
Allí se realizan conjuros y maldiciones, para poder ingresar
se debe conocer la contraseña, sin la cual la entrada permanece invisible, si
por el contrario se conoce se ingresa al recinto pasando por una especie de
laberinto tortuoso, sin amilanarse.
Entre otros se debe sortear el Arunco, con un chivo
maloliente que a embestidas lo empujara hacia el interior. Una enorme culebra
colgante, amenazando de cuya boca rezuma baba sanguinolienta y finalmente con
un Basilisco de ojo centelleante. Los adeptos no pueden revelar la entrada a la
Salamanca, a riesgo de tener que padecer un terrible castigo que se dicte
contra ellos.
Se ha pretendido derivar el vocablo del Aimará salamanca que
significa "piedra abajo" pero la mayoría presume que tanto el mito
como la denominación son de origen hispano y común en toda América del Sur, aún
se mantiene en el noroeste Argentino y zona de la Puna, sur de Bolivia.
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