El duende ronda en las siestas:
Los pobladores de las afueras de la ciudad de Simoca suelen
contar distintas versiones sobre las apariciones del duende.
Supuestamente es
un niño que murió sin haber sido bautizado o que le pegó a su madre.
Los que lo
vieron lo describen como un ser de la estatura de un niño de tres años, con un
gran sombrero en su cabeza y que llora como un bebé. Tiene una mano de hierro y
otra de lana. Cuando se acerca a alguien le pregunta con cuál de las manos
quiere que le pegue. Algunos aseguran que sin importar la elección pega siempre
con la de hierro, y otros dicen que al elegir la de lana, pensando que duele
menos, resulta que termina siendo mucho peor.
Tiene los dientes puntiagudos y
los ojos diabólicos. El duende siempre se presenta a la siesta. (Fuente:
Mercedes Lazarte de Palavecino, vecina de Simoca).
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